viernes, 25 de noviembre de 2011

LOS HOMBRES DE PLÁSTICO:Episodio 7


EL VIAJE


Cuando llegamos a “la Región Inexistente”, vimos que del “Atrapafuegos 3”, ya solo quedaban escombros. Sin embargo, un poco más lejos, existía una nave muy pequeña, no más grande que un bote salvavidas, y muy fea de apariencia. Tenía alas muy cortas y parecía más una lancha que un cohete. Aquella cosa deforme era “la Nave del Engaño”.


El “Contradictorio” la vio, la revisó y me confesó que sí funcionaba, y que era un gran orgullo para los bakelitas que existiera una nave que viaje en el tiempo, aunque todo eso del tiempo fuera también un trampa de polietileno 00.

—¿A qué fecha y a qué año quieres viajar, amigo? —me preguntó el “Contradictorio”.

Le dije el día, la fecha y la hora que eran cuando me acosté en mi cama.

—Bueno, no es muy fácil viajar 200 años hacia el pasado… Déjame ver —me dijo y se puso a contar con los dedos—… Ya está. Para llegar al momento exacto del que vienes, debemos girar muy rápido, y en sentido contrario al que gira la propia Tierra… Si en menos de un día das 91250 vueltas alrededor de la tierra, y en sentido contrario, puedes romper la barrera del tiempo y llegar a la época que me has dicho.

—¡Eso no tiene sentido, amigo! —le dije, pues su cálculo me sonaba descabellado—. Ninguna nave que conozca ha sido capaz de viajar a esa velocidad ¡Es imposible! ¡No me tomes el pelo, Hans!

—¡Prueba la nave, amigo y no subestimes a los bakelitas, que somos muy buenos viajeros —me dijo y me hizo sentar en la nave—. Pruébala. Quizás haya mucho que tengamos que aprender, pero estoy casi seguro de que eso te llevará al tiempo que deseas. Eso sí, no te desesperes, si llegas un día o una semana antes; eso suele pasar.

 Yo seguía pensando que eso era imposible; sin embargo, el “Contradictorio” insistió, y después de hacer muchos cálculos y reparaciones a la nave, para que viaje a aquella milagrosa velocidad, me dijo que lo único que le faltaba para ponerla en marcha era un poco de un combustible rarísimo que tenía por nombre “fibrina”.

—¡Yo tengo eso, amigo! —me dijo con alegría—, yo tengo fibrina… ¡Y tengo mucha!

Me alegré, como hacía mucho tiempo no lo hacía. Abracé a mi amigo y le supliqué que traiga cuanto antes aquella fibrina para que despegue la nave y partamos los dos. Pero el “Contradictorio”, no me respondió. Bajó la cabeza, se tomó de la cara y se fue quitando, parte por parte, la piel que llevaba encima y que le había dado aquella apariencia humana. Estaba hecho de plástico. ¡El “Contradictorio” no era Hans Matemático! Me eché a llorar.

—¡Lo siento, amigo, si creíste que era humano como tú —dijo con mucha pena—, es un simple traje que usamos para distraernos… No te enojes conmigo… Usarás esta piel de fibrina servirá para que tu nave funcione y te salves…

Y el “Contradictorio” la colocó toda en el tanque de combustible. Ya no quedaba nada de la piel que le daba apariencia humana; sin embargo, había hecho algo que lo hacía más humano que muchos: ¡salvarme la vida!

Lloramos. Le insistí en que me acompañara, pero no quiso. Dijo que seres como él no tenían cabida en otro mundo. Además quería quedarse allí, con los suyos, quienes se iban derritiendo uno tras otro, mientras los alcanzaba el fuego. El “Contradictorio” me dijo que los hombres de plástico no morirían, que solo estaban derretidos. Regresarían a su forma original cuando acabase el gran incendio, en unos 100 años.

Él mismo hizo la cuenta regresiva para mi despegue en el cohete, y cuando dijo “Listo”, aplasté el botón de encendido. No hizo falta nada más. La nave estaba programada para dar 91250 vueltas alrededor de la Tierra y en sentido contrario al que gira nuestro planeta. Cuando estuve muy alto, dirigí la mirada a Polietileno. También ardía y sus bellísimos edificios no existían más. Tampoco el Policarbonato. Me centré en mi viaje y, comencé a dar vueltas tan rápidamente alrededor de la Tierra, que tuve que cerrar los ojos para no marearme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario