viernes, 17 de junio de 2011

CAPERUCITA ROJA: CHARLES PERRAULT (VERSIÓN ORIGINAL)

Había una vez una niña de pueblo, el más bonito visto nunca. Su mamá y su abuelita la amaban con locura y la consentían. Tanto la amaba una y otra que su mamá le había mandado hacer una caperuza de color rojo para resaltar el encanto de la niña. Le sentaba tan bien que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.


Un día su mamá, mientras preparaba unos pastelillos le dijo a la niña que averiguara cómo se encontraba su abuelita, pues era sabido andaba enferma.

 Llévale una torta y este tarrito de mantequilla —le dijo a Caperucita.

Y la niña. partió en seguida a ver a su abuela, que vivía en otro pueblo. Al ir por el bosque se encontró con un lobo. Un lobo hambriento por comer todo lo  que estuviera a su paso. Pero no se atrevió a hacerle nada a Caperucita, ya que en ese momento algunos leñadores se encontraban en el bosque.

Sin embargo, le preguntó  a dónde iba. Y la pobre niña, que no sabía que era peligroso detenerse a escuchar a un lobo, le dijo:

— voy a ver a mi abuelita y le llevo aquí una pastelillo y un poco de mantequilla, mi madre le envía.

—¿Qué tan lejos vive tu abuelita? —dijo el Lobo.


—¡Bueno —respondió Caperucita Roja—., ¿ves ese molino que está allá? Es la primera casa de la aldea que sigue a ese molino, allí vive ella.

—Yo también quiero ir a visitar a tu abuelita —dijo el lobo—. Iré a su casa por este camino y tú por aquel, a ver cuál de los dos llega antes.

El lobo corrió con todas sus fuerzas por el camino que eligió el, que era más corto, y la niña se fue por el camino más largo. Se entretuvo recogiendo avellanas, corriendo tras las mariposas y haciendo ramos con las bellas flores que se rencontraba.

El lobo no tardó mucho en llegar a la casa de la enferma abuela. Sonó la puerta.

Toc, toc.
¿Quién está ahí? —dijo la abuelita

Es su nieta, Caperucita Roja  —dijo el lobo, imitando su voz—. Te  traigo aquí un pastelillo y un tarrito de mantequilla  de parte de mi mamá.

La buena abuela, que estaba en su cama porque se sentía muy dolorida, contestó gritando:

—Empuja  la manija de la puerta y luego la tendrás abierta.

. El Lobo empujó la manija y abrió la puerta. Se arrojó sobre la buena mujer y la devoró en un instante, pues tenía  tres días sin comer. Luego, cerró la puerta y se acostó en la cama de la abuelita. Allí esperaría a Caperucita Roja, hasta que por fin sonó la puerta.

¡Toc  toc!

—¿Quién anda allí? —dijo el lobo fingiendo ser la abuelita.

 Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo tuvo miedo al principio, pero creyendo que su abuelita estaba resfriada, contestó:

—Soy tu nieta, abuelita, Caperucita Roja. Te traigo un pastel y una tarro de mantequilla que mi madre le envía.

 El lobo gritó, suavizando un poco la voz:
— Empuja  la manija de la puerta y luego la tendrás abierta.

 Caperucita Roja tiró de la aldaba, y abrió la puerta, y el lobo, al verla entrar y acercarse a la cama, dijo, escondido bajo las sábanas:

—Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a la cama conmigo, Caperucita.

Caperucita Roja se desvistió y se metió en la cama, donde ella se sorprendió mucho al observar cómo se veía su abuelita se encontraba en ropa de dormir. Ella dijo:

—Abuelita, tienes brazos grandes.

—Tengo brazos grandes para abrazarte bien, Caperucita —dijo el lobo.

—Abuelita, tienes piernas grandes.

—Sí, Caperucita, es para correr mejor —dijo el lobo.

—Abuelita, ¡tienes orejas grandes! 

—Tengo orejas grandes, Caperucita para escucharte mejor —siguió diciendo el lobo.

—Pero también tienes los ojos grandes, abuelita.

—Los ojos grandes los tengo para verte mejor, Caperucita —dijo el lobo.

—¡Y también tienes los dientes muy grandes, enormes —dijo Caperucita.

—¡Es  que  tengo los dientes muy grandes, Caperucita, para comerte mejor!

Y después de decir estas palabras, aquel perverso lobo se abalanzó sobre Caperucita Roja, y se lo comió.


MORALEJA

Qué poco conocen
Esas niñas buenas,
Viven en palacios
o en  pobres  aldeas
salen de su casa
y buscan a tientas
el mejor camino,
pero un lobo espera.
hacer su bocado
de quien trae merienda.

5 comentarios:

  1. Versión original, que bien!
    salu2

    Ma. de San Juan

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  2. Respuestas
    1. Que las niñas inocentes vivan en dónde vivan, siempre han de tener cuidado con aquellos que se quieren quedar con todo lo suyo, incluyendo su vida...

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  3. Esa es la version de los hermanos Grimm,
    no la ORIGINAL de charles Perrault.

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    1. No... la de los hermanos Grimm tiene un final "feliz" donde un leñador salva a la abuela y a caperucita.

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