Una maestra muy famosa
Miss Laura tenía la voz más bonita entre todas las profesoras de la escuela primaria “mañanas felices”. Su voz era más bonita que las de las cantantes de Tv, y más bonita que el “cuic cuic” de las aves que se paseaban todas las mañanas por el colegio. Sus niños, todos, toditos la saludaban ni bien cruzaba con pasos suaves la puerta del salón.
Todos paraban la bulla y saltaban a sus asientos.
“Plom Plom”, sonaban las carpetas
-Buenos días, mis niños -decía miss Laura-. Hoy nos divertiremos más que ayer.
Mariana, la más pequeñita de la clase se le pegaba a miss Laura como un chicle. Le tomaba el mandil y le enseñaba su dibujo a crayola como si se tratara de una obra de arte de un gran pintor.
Y miss Laura tenía siempre las palabras exactas para arrancarle una risita a Mariana, haciendo que sus dibujitos de Mamá y Papá y ella siempre más alta que los dos, se vieran muy lindos, más lindos que el del día anterior y mucho más buenos que el que había dibujado hacía una semana.